Papá, tengo miedo de que un día me despierte y me dé cuenta de que ya es demasiado tarde. No quiero perder nada más. No quiero reconocer que me he equivocado otra vez. No quier verme un día, de repente, vieja, inútil y con alguien que no me quiere. Papá, yo no pido ser feliz, sólo dejar de estar triste.
Gritar tu nombre ahora y siempre es llorar por la falta
Buscar tus manos en la madrugada es una alternativa al silencio que crece de afuera hacia adentro
Aquí viene lo que tú afirmabas y yo negaba:




luce luce que te apagas



de la risa que fue tuya y mía solo conservo los ecos
de todas nuestras fotografías

tus fronteras son cada vez más lejanas y no soy capaz de distinguir
dónde es que empiezas y dónde es que acabas
tus adolinados ojos se han convertido en dos oscuras y alargadas simas
tu boca
tu boca es una absoluta desconocida
porque antes era blanca y callada y ahora es roja, 
                                                                  rojísima

lamento comunicarte que estás perdiendo la forma, la materia
y hasta el lunar de tu tobillo derecho
(ése que ya apenas recuerdo)



fui invisible a tus ojos
pero ahora los míos se cierran

cobarde declaración de amor (de antes, de ahora y de siempre)

Ya no quiero más fantasmas
de barbies con problemas
ni gatas que me arañen las entrañas.
Ya no quiero tus palabras
y tampoco mis máscaras.

Por eso te suelto antes de cogerte.
Voy a saltar por la ventana
y no vas a verme, de mí
no volverás a ver nada.
Voy a volar,
voy a huir, voy a olvidarme
hasta de mi nombre.

Te suelto antes de cogerte
porque te quiero sin mí
porque me quiero contigo

porque te quiero, te suelto.

para que no me quieras

Cuando tú te morías y todos creían
que lloraba tu estado
y todos tenían para mí atentas palabras de aliento
yo inventaba feliz en la cama a mi amante.

Cuando tu cuerpo se volvía pequeño
y tus palabras, roncas de gritarme
yo limpiaba mi vientre de espuma y de vida.

Y ahora
ahora que veo
cómo la marea te va alejando
de la orilla que hice mía
y cómo oigo tu voz olvidando mi nombre

ahora que las noches son largas
y lacerantes como agujas

ahora que la caricia más tierna
es las que crean mis dedos sin quererlo
despistados y humillados
en mi ombligo.

Ahora
te digo
ahora que todo es frío y oscuro
ahora que estoy fea y mojada

que ni aún así lo lamento.


(Por si quieres, escúchame)

al primero de todos

Yo era una niña dorada
de tiernos cabellos y manos templadas
y blancas como panes pequeños.
Mis ojos tenían ese verdor propio
de la inocencia frutal
y mis piernas fuertes querían crecer
sin arraigarse a la tierra que las había engendrado.
Yo era una niña con la frente suave y el pecho limpio,
con la sonrisa de lirio y con las mejillas
dulces de rosas.

Ahora ya nada es complicado
y lo que una vez fue malo
ahora solo causa condena y pena.

Ahora sé que te fuiste porque en mis ojos encontraste
la expiación ineludible a tus pecados.

la necedad de querer olvidar lo que se sabe de memoria

Esta noche es tuya y te rindo un homenaje:
suenan todas las canciones que alguna vez asistieron cómplices a nuestro baile de píxeles y máscaras.

El amor que desgarramos y el respeto que escupimos
hacen que desde hoy te guarde luto durante un tiempo indefinido.

Tal vez durante el luctuoso e indefinido tiempo que dure mi duelo
acoja en mis bocas a otras lenguas
y me cobije en otros brazos y busque desesperada sus abrazos
como el cachorro que, recién nacido, ciego y torpe, busca el pecho rebosante de la madre.

Mientras tanto,
me aferro más que nunca a todo lo que sobresale de este oscuro y frío pantano,
me aferro a las astas de tus armas,
me aferro a tus palabras,
me aferro a lo que adoraba e incluso me aferro a lo que odiaba
me aferro a cualquier recuerdo que me ayude a no hundirme en este oscuro y frío pantano de olvido.

Ocurrirá lo inevitable:
llegarán otras manos
otro ombligo borrará el mío
mi cintura otras caderas quebrarán;

pero hoy,
donde quiera que estés,
quiero decirte que te quiero.
no eres símbolo
ni imagen
ni palabra
para explicar la tristeza,
no eres fruto de mi imaginación

eres uno de los muchos frutos podridos
que germinó una semilla enferma

existes
porque llore ría o grite
tú golpeas fuerte
con tu mano siempre
de hierro y sangre

existes
porque observo cómo barres
las estancias de mi cuerpo
y las dejas grises feas
y encharcadas
de babas de miel y azúcar

sé que existes porque dueles y comes

abandoné hace largo tiempo
la exhaustiva búsqueda
del castigo divino al que te debes
y dejé de implorar a un supuesto dios
el perdón de los pecados
de la sangre de mis predecesores

te acepto

te acepto como acepto a este lunar en mi mejilla derecha
te acepto como a mis angostas caderas
te acepto como a mis cortas pestañas
te acepto como acepto a esta voz y a esta mano que hablan

pero no te equivoques:
tu presencia me estorba tanto
que ya no podría soportar tu ausencia.


Dejar que los lobos babeen la piel,
muerdan los labios, muerdan la carne,
atraviesen la carne, desgarren la carne
Ver bailar frenéticos los números en el reloj
y ser incapaz de pararlos
Dar de beber agua a quien la quita
Tocarse compulsivamente y con pulsión
las aristas y los vértices del cuerpo
Azotar con la lengua un teclado
y luego después vomitarlo
y mancharlo
de frutos rojos y blancos
Hacer de los colmillos del tigre
un collar de guerrero
Excavar y mascar la tierra que queda
en las uñas después de la lluvia
Sentir la ebullición de cualquier falange de hormigas
ascender por las piernas
Repudiar asustada las fisuras en la suave piel
lisa de la porcelana
No entender cómo debe mirarse un espejo
Tener canicas huecas y yermas
en lugar de fecundas semillas
Pintarse todos los días y todas las noches
los labios del color
de las grandes pasiones y desgracias
Encontrar en una vulgar línea algún verso
ya cantado
Escribir para recordar lo que se evita
por vergüenza
esto es,
y quien lo probó lo sabe.

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según dicen
hay algo indómito y hermoso
en lo que se oxida
una extraña belleza oculta
en lo que hace crack
o en el cuerpo que enferma

me duelen los ojos:
no puedes escribir sobre el amor
o sobre la paz
si en tus órganos se confitan manzanas

mi cabeza es la corteza de un árbol
descamada
y mis dedos están llenos de alfileres

¿has visto deformarse
tus dientes?
¿has sentido como se secan
y dejan de llorar tus ovarios?
¿has asistido horrorizada
a la turgencia de tu vientre?
¿has querido extirpar
la carne lisiada
y estéril?
¿has conseguido hacer alguna vez
de esto algo bello?

tengo sed y una mano
invisible y mordaz
comprime mis caderas
y
no sé si le temo más
a la nefrosis que grita mi cuerpo
o a la falta de belleza que conlleva
este proceso.

el difícil arte de callar

Me divierte la evidencia
del deseo que mascullas
de atravesarme con tu gran
odio.
Cuidado,
te estás manchando los labios.

Crees que tus palabras son granadas
pero cielo
no son más que bumerans
que sorteo y chocan contra el pecho.

Llevo los brazos abiertos
y un silencio anidando en las córneas,

así que te aconsejo usar la lengua
contra algo más húmedo y blando
que un teclado.

Tú dame tus palabras romas
que ya me encargo yo de darles punta
(¿desde cuándo el alumno enseña al maestro?)

Ahora olvida cuánto sabes de retórica
y haz que me vaya,
pero contigo y sólo un ratito.
(sé lo que es el amor)
una vez deseé hacer de mis ojos tus espejos
una vez me dormí entre el cristal y tu aliento
una vez abrí las puertas y me dio igual la hora

una vez, incluso, estuve dispuesta a perder.

(sé que ya no lo es)

mis ojos se han dado la vuelta
no me quedo dormida en tu voz
miro constantemente el reloj
ahora lo mismo me da ganar que perder

el perro de Doug Clifford

Tienes cachorros detrás de los ojos que lloran suplicando que los laman. Podríamos hablar sobre Dire Straits o los Creedence o sobre los años en los que tu cabeza era la copa de un árbol y vestías trajes blancos y besabas y bailabas y vivías con pasión. Sin embargo prefieres hablarme de horarios y salarios de casas de televisores de plasma que escupen programas de alienígenas y sobre todo me hablas de cosas que me importan una mierda. Los cachorros de tus ojos tienen frío y aunque tú seas viejo y tu cabeza un árbol desnudo los cachorros de tus ojos quieren seguir vivos.

Es una lástima que yo no quiera abrazarlos.

a las que no estáis

Una fotografía ha revelado que dentro guardo 
dos bolsas llenas de canicas. Son muchas y son negras.
Yo agito siempre las dos bolsas 
y las canicas rebotan en mi vientre y me duelen 
porque son mías.

Las canicas son como las hijas que nunca tendré
como las hijas a las que nunca leeré
como las hijas a las que nunca amaré.

Salto y no me importa romper mis tobillos.
Golpeo mi tripa y me da igual mi páncreas.
Fumo y no reparo en mis dientes perdidos.
Bebo y no me preocupa mi hígado. 
Lamo montañas de azúcar y no pienso en mi sangre

porque mis canicas jamás serán mis hijas.
Tengo tantas personalidades que cuando digo "te quiero" no sé si es verdad.
Jesús Cracio




Tengo a tantas personas viviendo en mi cuerpo
que ya no sé cuál es mi nombre cuando hablo de propiedad